La nave
Llegó incluso a ponerse a un palmo del suelo, tras lo cual salió disparado hacia el cielo como una bala. Ahora solo se veia un puntito plateado y brillante allá arriba. Pero en el lugar sobre el que casi se posó, quedó una masa mórbida oscura. Varios nómadas se acercaron a aquello y se lo quedaron mirando. Y sin saber cómo, todos soltaron una carcajada interminable que les hizo caer y revolcarse en la duna con las manos agarrándose sus panzas......Aquella cosa voladora había hecho "caquita".
Un viejo quantum fuera del tiempo
Dudé, porque ya conozco bien a los hombres, pero creí que mi fuerza de convicción podría valer igualmente para convencer a quien fuera menester. Y también mi soberbia me pudo más. Así que le dije que adelante. Elegimos uno cada uno y el tercero lo hicimos de mutuo acuerdo.
Yo elegí a una madre ejemplar, viuda, muy trabajadora y con cinco hijos pequeños. El brujo eligió a un tipo asesino que disfrutaba con cada crimen que cometía y para el tercero decidimos pillar a un científico que se estrujaba los sesos por encontrar la clave de un problema, que le daría muchos honores en caso de resolverlo.
La cuestión es que el brujo me embaucó de tal modo en dicha labor que acabé esforzándome al máximo para ganarle la partida. Por supuesto que la prueba en los tres casos la gané y aquellas personas no solo rechazaron las tentaciones que les mostraba el brujo sino que además las volví mejores. Orgulloso me puse delante de él y así se lo hice saber, dando por terminado el reto y convencido de haberle ganado. Pero el viejo brujo muy contento me miró a los ojos y me hizo una aclaración: demonio, tú has ganado el reto pero yo he podido contigo haciendo que tu alma por un tiempo fuese lo que de habitual soy yo. En cambio yo he realizado muy mal tu papel, porque no me has podido cambiar ni por un instante.
Sí, ese brujo decadente...pudo con la inclinación de mi alma y ahora soy su más humilde servidor....
El navío del tiempo
Cuando el capitán regresó de nuevo al bergantín, su segundo le preguntó sobre lo que había visto y hablado....-vá, muchas cosas inservibles, más marinos, más grande, algo más resistente, y tal vez más rápidos....y solo he podido comprobar que están construidos de hierro, es lo que me ha llamado especialmente la atención-.
Tras esto, el bergantín fue de nuevo transportado a su época y el capitán tan solo aseguraba ante otros capitanes, que fueron llevados por el viento a un lugar en el que había barcos muy grandes a los que no se les distinguían velas, ni remos y que estaban hechos de hierro. Los otros capitanes se preguntaban si estaba en sus cabales...¿cómo un barco iba a navegar sin velas ni remos y hecho de hierro?....Decididamente se había vuelto loco él y cuantos le habían acompañado en dicha travesía.
Aquellos capitanes eran hombres muy fiables y llenos de cordura. Sí, ya lo creo…
Las margaritas
Llevaba tanto tiempo intentando tal proeza, que a duras penas conseguía recordar el porqué de la acción que llevaba a cabo. Sus brazos ya no sentían dolor, sus dedos casi no existían; tan apegados al desfiladero puntiagudo, que eran como cristales rotos. Se mordía los labios incapaz de gesticular cualquier otro gesto que le produjese un cambio facial, ninguno. Era un pegamentoso mohín grotescoque le impedía desprender sonidos claramente inteligibles, pero que nada tenía que ver con su desproporcionada lucidez "intélillen".
–Cahdamba, aüüm siddggo eemm dla cummbrrëdd. Ezztto zze prhoodomgaa múddchhöö, morirhedd cozhmo umna heddöidna y decodddada pod dha hizztöddia pod ziemmpredd-.
Mientras subía y subía por la empinada y majestuosa pared, coronada en lo alto por una blonda y circular nube de tono algodonero, -que el destino le proporcionó para que pudiese desplegar el sentido de su vida, su meta más entrañable-, un cosquillero terremoto sacudió la base de tanto esfuerzo y al igual que la gravilla se desprendía y caía hacia abajo, -hacia la horizontalidad absoluta-, su cuerpo y con él todo su yó, se desplomó aleteando sin consecuencias elevadizas, hasta lo más bajo que se puede caer.
–Adiöözzz,edzzpeddo –decía mientras caía- quedz med decüeeddem adzquéyoz quedz nduncam züdpieddon dez mïdz. –Y se estampó contra su propio molde que siempre la estuvo esperando.
De aquella gesta surgió un lustroso abono de carbono que aportó sustentación a un extraordinario manto de “margaritas” que jamás supieron de pasadas hazañas.
El Círculo Mágico...
Estos sabios ciertamente no creían en un todopoderoso que infundiera a sus criaturas y trillonadas de estrellas movimientos dictaminados por él mismo, sino que pensaban que el puro azar tenía todo el peso de esa magnificencia.
Entonces hubo gran revuelo por parte de otros sabios que advirtieron a sus colegas del tremendo peligro que suponía llevar a cabo tan Alta Magia, ya que se rumoreaba que dicho conocimiento podía desintegrarlo todo. Pero como siempre, hicieron caso omiso a tales advertencias y tras varias invocaciones fallidas, finalmente consiguieron su propósito, aunque sin llegar a saber exactamente de lo que se trataba.
Un día, del centro del círculo mágico brotó una espesa niebla grisácea que fue expandiéndose lentamente por todo los confines del mundo, pues los sabios se vieron impotentes para contener tan desorbitada emanación que parecía no tener fin.
Fluyó y fluyó durante tres días lo que pensaban era la esencia de “la partícula divina” transformándose rápidamente como en un vapor brumoso que contenía el conocimiento absoluto. Los que inhalaron aquella consustanciación no pudieron soportarlo y enloquecieron con sus mentes sobrecargadas de tanto saber, a través del cual se iban creyendo Dios. Pero un poco antes de esto alcanzaron la privilegiada desdicha de visionar las consecuencias postreras que se conformaron con su atrevimiento.
Solo aquellos que supieron ver el verdadero rostro de la esencia divina llegaron a sobrevivir. Estos fueron un 10% de la población mundial,
los cuales siempre supieron que la auténtica "partícula divina" era el mismísimo Planeta Aire-Tierra-Agua (A.T.A).
El niño plumilla
Aquel flacucho chaval corría que se las pelaba. Con los brazos remangados hasta los codos, con una blusilla desabotonada que le bailoteaba como un peregrino al final de su etapa , aspeándolos en un zig-zag mecánico que le impulsaba al compás de sus dos potentes remos que batía a la velocidad de una batidora casera; hacía que apenas se le distinguiesen las piernuchas por lo vertiginoso que rotaban. Y no era para menos, ya que un pincel o plumilla que le surgía de su columna vertebral, como la cola de una lagartija, iba trazando nerviosamente un entramado de signos y letras, a primera vista irreconocibles en el duro sedimento por el que galopaba.- Si te pillo te sacudiré, si te pillo te atizaré, si te alcanzo te acordarás de mí.- Eso iba escribiendo aquella cartilaginosa plumilla sin descanso desde que el pobre chaval nació. Pero yo me pregunto de qué modo pudo darse cuenta el estrafalario mocoso de lo que el rabo escribiente iba escribiendo a sus espaldas.