La melodía del Windows......

La melodía del windows anuncia que la puerta al espacio virtual se va configurando. Aprieto un botón y ya toy en el facebook listo para utilizar el trabalenguas habitual, intentando comunicarme con una multitud de amiguetes desconectados. Decido entonces iniciar un monólogo en el muro, que se ha convertido para mí en una muralla franqueable sin mayor pudor, que me transporta como una pluma hacia la vida de los demás. Cada tarde parto desde mi refugio cibernético utilizando la autopista de los internautas; expandida por todo el globo terráqueo como un gran periodista polifacético. Detecto de paso a un jubilado regenerando sus neuronas con aportes de la biblioteca wiki, así que aprovecho para ver el buzón. Encuentro entre tanto spam y tanto “pásalo es importante” un e-mail de un colega que decidió hacerse artista con el sobrenombre de “El Candela”. Tá pirao, pero tiene ocurrencias fuera de lo común. Me dice que proyecta hacer en Barcelona un montaje colgante. El tipo quiere poner una escalera de treinta metros de altura, metro más metro menos, en la explanada del recinto ferial de Plaza España, conectando un cable de ida y vuelta con Montjuïc para hacer aterrizar y despegar el avión del parque de atracciones. Igualmente me comenta que ha diseñado un transporte público extraurbano que reunifica las cualidades y características del tren, barco y autobús juntos: “el trenbarbús”. Me llamará al móvil en unos días e iremos a algún concierto y de paso me explicará directamente sus proyectos. Creo que preferiría antes un poema interminable de Allan Poe…Pero quien sabe, igual es interesante la cosa. Mientras tanto, se me cuela en la pantalla publicidad de algún parado que posiblemente ha montado su propia tienda a porcentaje, anunciando jarabe dietético para señora y un perfume pachuli de bebé. Una revista muy conocida regala juegos de sábanas con bordados a mano sí adquieres una maquinita de hacer chocolate caliente al punto… Ni las cloacas me desagradan más que estos intrusismos visuales de guante blanco. Lo cierro todo con un “click” y me centro en buscar páginas con el término “dadaísmo”, pues me interesa el tema. En resumidas cuentas, esto es lo que encuentro entre miles de sugerencias: “La palabra surge de la casualidad: abriendo las páginas de un diccionario con la ayuda de un cuchillo, el primer término señalado fue ese: dada. De acuerdo con otras versiones, fueron los camareros del Café Terrasse, lugar donde se solían encontrar estos artistas centroeuropeos, quienes identificaron primeramente al grupo como dada: para esos camareros, las lenguas habladas por aquellos emigrados eran incomprensibles, salvo la sílaba "da-da" ("sí, sí", en ruso y otras lenguas). En pocos meses los espectáculos del café Voltaire fueron famosos en la ciudad Suiza. El espectáculo dadaísta había nacido, cargado de provocación, tendencia agresiva, propuestas ilógicas y absurdas”. Harto de teclear apago mi prolongación electro-mecánica-mental y proyecciono la esencia física personal hacia el paseo, en busca de un mirador portuario. El cristalino atardecer junto al mar hace que la voz del estómago reclame su parte. El bar “Museo del pez frito” está repleto de comilones agolpados frente a la pizarra donde un enorme y fotográfico bocadillo se auto-exhibe. Los precios oscilan como un péndulo nervioso y enfrían las ganas mientras espero el té bajo un parasol libre. Al camarero se le ha olvidado la cuchara y le regalo un gesto de indefinible sugerencia, mientras ya pienso en un apetitoso desayuno matinal.
 

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