Vetusto árbol destartalado

La energía que se desprende en los comienzos de la vida, cuando descubrir lo ya descubierto y reinterpretar cada momento como algo nuevo, se adhiere con la fuerza de la naturaleza a cuanto coexiste en nuestras emociones.
Es la virulenta acción del símbolo imperecedero de la regeneración, junto a un hermoso árbol en su más espléndida etapa, lo que antecede a la subsiguiente fase de inherente decrepitud camino del olvido.
Pero solo hay desídia en la incomprensión, mientras que el propósito lleva una finalidad que el tiempo no marchita. Esa leve nostalgia placentera, proyectada desde el recuerdo, es la sustancia que impregna de modo indeleble a todo aquel añejo espacio vivido.

-Las frías sombras que se arremolinaban bajo las primeras proyecciones argumentistas, del manto vegetativo de la ciénaga taciturna, comenzaron sumisas a elevarse después de permanecer desparramadas junto al vetusto árbol destartalado. Desamparada y retorcida estampa, enaltecida por un pasado de brillantes instantes y magnificado cuando rizos dorados de brotes luminosos asomaban al despuntar el horizonte mañanero, se mecía en un vaivén sedoso al paso de la brisa tempranera entre la densidad del verdusco ramaje, repleto de ingente frondosidad hojística.
Aquel antaño pedazo de naturaleza rebelde compartió complicidad con cada cita cuando presidía los efluvios de pensamientos amorosos, que al atardecer y en cada noche lunera, se encendían. Fue la fuente vivificante del comienzo de muchas pasiones, de promesas realizadas bajo la ensoñación del deseo y grabadas con la improvisación de un bisturí rudimentario que trepanaba su corteza, para dejar la huella de unos corazones perennes.
Las trémulas e inolvidables sensaciones que el tiempo convirtió en néctar diario, lo desnudó, y su silueta espectral trascendió la realidad fundiéndose con aquellas sombras que bailoteaban alrededor de su amanecer.

Caleidoscopiando

Me llevé aquel cilindro de cartón duro a la altura del ojo derecho y cerrando el otro me concentré a través del pequeño orificio en lo que había en su interior. Era un espectáculo espléndido, lleno de figuras geométricas de diferentes colores que cambiaban al compás de un ligero movimiento de mi mano; la bóveda iluminada de un gran teatro que incesantemente altera su decoración, aportando una multitud de fantásticas composiciones artísticas.
Al cabo de unos instantes dejé de mirar por ese hechicero objeto, que me provocaba un gran interés bajo el influjo del continuo e interminable resurgir de tanta maravilla; para quedar temporalmente anonadado en reflexiva actitud. ¿Cómo era posible hacer que una serie de anodinos y amorfos cristalitos de variados colores, sin más sentido, llegasen a combinaciones perfectamente estructuradas?¿A quién se le ocurriría?
Volví a ojear aquella muestra de arte subjetivo surgido de la teoría del caos cilindrista y...efectivamente, mis sensaciones mentales de la realidad seguían captando el resultado coherente de una cocción aleatoria sin finalidad inicial. Algo tan rematadamente inerte e inútil visto desde la perspectiva del reflejo, se convertía así en la base sólida de las estructuras más elementales de los compuestos de la materia...Era curioso.
A partir de ahí no supe diferenciar entre la auténtica fuente primigenia que nada pretende, de los magníficos efectos especiales que se prestan a deleitar mi capacidad impresionista cuando despuntan como luminiscencias dentro del entorno universal.

La plaga

^¿Has oido las noticias?. Dicen que millones y millones de topos están desplazándose por la superficie y bajo tierra devorándolo todo. Cultivos, árboles, raices, parecen los principales afectados pero también los cimientos de construcciones y otras estructuras quedan destrozados. Ciudades enteras están siendo invadidas y la gente atacada.
-¡Eso no es posible!.
^No se lo explican, pero está sucediendo y vienen hacia aquí.
-¡No me jodas, Rafa!. ¿Y no pueden acabar con esta situación?.
^Han intentado quemar el terreno inyectando combustible y lanzando bombas incendiarias....pero no afecta lo más mínimo porque surgen bichos de no se sabe donde. Un satélite ha captado su desplazamiento, y es como una mancha oscura que va expandiéndose a gran velocidad por todas partes.
-¡No me lo puedo creer!, seguro que se trata de un fenómeno desconocido.
^Que nó, que nó, que no hay dudas.
=Yo permanecía tan ensimismado oyendo la conversación, que incluso hice una inspiración profunda porque durante ese espacio de tiempo se me olvidó respirar. Es una locura, la naturaleza definitivamente se ha vuelto loca o está en plan borde con nosotros. ¿Una plaga de topos atacando todo a su paso e invadiendo ciudades?. ¡Pero qué tontería!.
=Los dos viajeros de mediana edad que comentaban esto iban en los asientos de delante. Éramos ya pocos en el tren haciendo aquel trayecto nocturno, y la inaudita conversación me tenía petrificado. Yo seguí prestando una irresistible atención para ver qué más decían.
^Muchas ciudades han desaparecido completamente del mapa. Dicen que los que se encontraban dentro de ellas en esos momentos, no han conseguido sobrevivir.-
-¡Qué dices!. ¿Que están todos muertos?..-Venga hombre, me estás tomando el pelo.
^Te juro que es verdad y cuando llegue a casa pienso coger a mi familia y largarme no sé adonde, pero lo más lejos posible de aquí. La cosa está muy jodida y no quiero que me pille en medio mientras encuentran una solución, si es que la tiene. Tú deberías hacer lo mismo, porque de momento solo están con eso de que mantengamos la calma...
=El corazón se me había acelerado hasta casi la taquicardia y una sensación de paranoia incontrolable me sacudía el cuerpo.
Mientras tanto, el tren hizo una nueva parada. Subieron varias chicas muy alteradas, con los libros y apuntes apretados fuertemente contra el pecho. Permanecieron de pié junto a los asientos y el pasillo. Estaban histéricas, se arremolinaban el pelo con movimientos desesperados y se lanzaban palabras confusas entre improperios abstractos.
>¡Jó tía qué fuerte!...la leche, estoy temblando.
<¡Mierda, mierda! ¿habeis visto cómo salían?. >¡Por dios! que arranque ya esto.
=Ahora sí que estaba mi mente orbitando. Sentía un miedo irracional mientras mi sentido común luchaba por no dejarse llevar de aquella situación tan surrealista.
<¡Por favor, que arranque ya!.
=Las chicas parecían estar empujando con sus incontrolables movimientos a la máquina, que se empeñaba en permanecer estática bajo un lapsus de estacionaria psicosis.
No sé si los dos tipos continuaban con el diálogo...Yo, con el estrés que llevaban las estudiantes y otros cuatro chicos que se tiraron practicamente de cabeza adentro del tren,-como si les persiguiera el diablo-, estaba de una tensión animal.
/Se están cargando todas las instalaciones,-rebufó colérico uno de los chicos.
//Yo he visto a gente con bichos que les subían por el cuerpo,-decía otro. Algunos ya están tirados por el suelo y... ¡se los estaban comiendo!.
=Mientras mi comprensión continuaba sobrecogida, surgió casi de modo sobrenatural, -junto a la puerta-, el conductor del tren. Asomó con su figura compungida, fuera de sí y la cara desencajada, anunciando que teníamos que salir del tren rápidamente.
)¡Salid todos fuera!. Apenas quedan railes, están desapareciendo y no hay nada delante.
=Sobre sus zapatos tenía varios topos, muy negros, que comenzaban a trepar y encaramarse por sus pantalones hacia los hombros. Los gritos se descontrolaron y se fundieron con la estampida que se produjo a continuación.
Salimos despavoridos de allí con el instinto subyugándonos la razón; hacia la frondosidad del impenetrable bosque que se intuía al fondo, entre la absoluta oscuridad reinante.
=Con tal peligro abrazándonos en la noche, intentamos huir de aquella plaga maldita agazapándonos como bestias hasta que nos fuimos fundiendo con otras multitudes que también consiguieron, momentáneamente, esquivar aquella gran crisis destructora que lo estaba corroyendo todo.
Lo que pasó después es aún más increible....
 

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