Los gemelos sistólicos

Los retrógrados, elásticos y saltónicos hermanicios, decidieron concebirse desde la placentera concepción embarazonil de una madraza adulterada en la fase cuarentoniana.
Sus anómalos físicos asomaron a la impronta mundana un día que fué proclamado como patrimonio holístico de las confabulaciones falseras, festivo sin serlo y jornada perdida.
Fué la biparturienta alumbración la señal del cambio de los tiempos, una proclama universal a los derechos inusuales de los cerebrillos que vagabundean por inocuas metas que jamás se alcanzan, de esos que oniriquean despiertos y se pasan el tiempo perdiéndolo con subjetividades sin anabolizar bajo tintes de productividad sistemática.
Crecieron entre miradas compasivas de ilustres mentes deductoras, que impregnadas de suma curiosidad cientificóide, se aferraban a la metodología del conocimiento para arrebatar al misterio de los gemelos sistólicos, sus erráticas figuras junto al pensamiento raramente conceptualizado en términos entendibles.
Fueron unos años iniciales poco humanizados para estos enjendrillos, pues permanecieron ocultos al mundo y a la propia progenitora, ya que el aportador espermático nunca asomó su faz a la posibilidad paternal.
El laboratorio subterráqueo, allá en las profundidades del ocultismo gubernamental de alguna potencia transgresora de los derechos humanos, había sido el hogar de los alumbrados. La metapsíquica y los poderes mentales se confabularon en los límites de la ortodoxia natural de los dos, para llevar a la contingente aglomeración social a su máxima expresión biogenética....
Un día, cuando todo estaba casi apagado, cuando la manifestación esperanzística se hubo disuelto en el pesimismo ancestral de una consciencia demasiado consciente de sus aparentes limitaciones, decidieron como última alternativa a la desmoralización general, que fuesen mostrados a los ojos de la masa indolente.
La nueva imagen del prototipo coyuntural mental del bicéfalo gemelístico sistólico, como la consecución trascendente más relevante desde que el hombre pisó la Tierra, resonó luminosamente desde la acrisolada estancia habilitada para retransmitir el acontecimiento.
El reflejo de un cuerpo tan elástico que llegaba a desdoblarse, tan saltónico que pasaba de materia impura a energía pura, y tan retrógrado que se situaba en los albores de la creación del subconsciente, destelló en dirección a los apesadumbrados seres que miraban impávidos la pantalla televisera. En aquel mismo instante, aquello de caracter suprahumano se configuró en modo sistólico y al unísono saludaron con ademanes de brazos y manos junto a una torrencial cascada de beneplácitas sonrisas de ultradimensionalidad inteligente.
Ambos, coordinando una yuxtaposición mental del orden superior, enviaron un mensaje de alta y baja frecuencia rítmica hacia las enervantes, atónitas y conjugadas consciencias presentes, tras lo cual todos quedaron saciados de nuevas y profundas emociones que despertaron viejos y escondidos mensajes adenísticos.
Ya nada volvió a ser igual ni desigual, fué sencillamente diferente. La prueba palpable de que el futuro se había infiltrado en el ámbito de un tiempo desmembrado bajo el soporífero manto de la desidia existencial, se encontraba frente a los objetores y crédulos del poder imaginativo.
Los gemelos sistólicos fueron proclamados sin ninguna duda como los imprescindibles embajadores del nuevo modelo emergente del colectivo remasterizado. Sus estructuras ambidireccionales encajaron a la perfección dentro del conjunto molecular del resto del sistema y nunca más pisaron los fondos de sus primeros pasos, cohabitando para siempre al lado de una especie que les aguardó hasta el límite de las fuerzas comprensibles.

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