La plaga

^¿Has oido las noticias?. Dicen que millones y millones de topos están desplazándose por la superficie y bajo tierra devorándolo todo. Cultivos, árboles, raices, parecen los principales afectados pero también los cimientos de construcciones y otras estructuras quedan destrozados. Ciudades enteras están siendo invadidas y la gente atacada.
-¡Eso no es posible!.
^No se lo explican, pero está sucediendo y vienen hacia aquí.
-¡No me jodas, Rafa!. ¿Y no pueden acabar con esta situación?.
^Han intentado quemar el terreno inyectando combustible y lanzando bombas incendiarias....pero no afecta lo más mínimo porque surgen bichos de no se sabe donde. Un satélite ha captado su desplazamiento, y es como una mancha oscura que va expandiéndose a gran velocidad por todas partes.
-¡No me lo puedo creer!, seguro que se trata de un fenómeno desconocido.
^Que nó, que nó, que no hay dudas.
=Yo permanecía tan ensimismado oyendo la conversación, que incluso hice una inspiración profunda porque durante ese espacio de tiempo se me olvidó respirar. Es una locura, la naturaleza definitivamente se ha vuelto loca o está en plan borde con nosotros. ¿Una plaga de topos atacando todo a su paso e invadiendo ciudades?. ¡Pero qué tontería!.
=Los dos viajeros de mediana edad que comentaban esto iban en los asientos de delante. Éramos ya pocos en el tren haciendo aquel trayecto nocturno, y la inaudita conversación me tenía petrificado. Yo seguí prestando una irresistible atención para ver qué más decían.
^Muchas ciudades han desaparecido completamente del mapa. Dicen que los que se encontraban dentro de ellas en esos momentos, no han conseguido sobrevivir.-
-¡Qué dices!. ¿Que están todos muertos?..-Venga hombre, me estás tomando el pelo.
^Te juro que es verdad y cuando llegue a casa pienso coger a mi familia y largarme no sé adonde, pero lo más lejos posible de aquí. La cosa está muy jodida y no quiero que me pille en medio mientras encuentran una solución, si es que la tiene. Tú deberías hacer lo mismo, porque de momento solo están con eso de que mantengamos la calma...
=El corazón se me había acelerado hasta casi la taquicardia y una sensación de paranoia incontrolable me sacudía el cuerpo.
Mientras tanto, el tren hizo una nueva parada. Subieron varias chicas muy alteradas, con los libros y apuntes apretados fuertemente contra el pecho. Permanecieron de pié junto a los asientos y el pasillo. Estaban histéricas, se arremolinaban el pelo con movimientos desesperados y se lanzaban palabras confusas entre improperios abstractos.
>¡Jó tía qué fuerte!...la leche, estoy temblando.
<¡Mierda, mierda! ¿habeis visto cómo salían?. >¡Por dios! que arranque ya esto.
=Ahora sí que estaba mi mente orbitando. Sentía un miedo irracional mientras mi sentido común luchaba por no dejarse llevar de aquella situación tan surrealista.
<¡Por favor, que arranque ya!.
=Las chicas parecían estar empujando con sus incontrolables movimientos a la máquina, que se empeñaba en permanecer estática bajo un lapsus de estacionaria psicosis.
No sé si los dos tipos continuaban con el diálogo...Yo, con el estrés que llevaban las estudiantes y otros cuatro chicos que se tiraron practicamente de cabeza adentro del tren,-como si les persiguiera el diablo-, estaba de una tensión animal.
/Se están cargando todas las instalaciones,-rebufó colérico uno de los chicos.
//Yo he visto a gente con bichos que les subían por el cuerpo,-decía otro. Algunos ya están tirados por el suelo y... ¡se los estaban comiendo!.
=Mientras mi comprensión continuaba sobrecogida, surgió casi de modo sobrenatural, -junto a la puerta-, el conductor del tren. Asomó con su figura compungida, fuera de sí y la cara desencajada, anunciando que teníamos que salir del tren rápidamente.
)¡Salid todos fuera!. Apenas quedan railes, están desapareciendo y no hay nada delante.
=Sobre sus zapatos tenía varios topos, muy negros, que comenzaban a trepar y encaramarse por sus pantalones hacia los hombros. Los gritos se descontrolaron y se fundieron con la estampida que se produjo a continuación.
Salimos despavoridos de allí con el instinto subyugándonos la razón; hacia la frondosidad del impenetrable bosque que se intuía al fondo, entre la absoluta oscuridad reinante.
=Con tal peligro abrazándonos en la noche, intentamos huir de aquella plaga maldita agazapándonos como bestias hasta que nos fuimos fundiendo con otras multitudes que también consiguieron, momentáneamente, esquivar aquella gran crisis destructora que lo estaba corroyendo todo.
Lo que pasó después es aún más increible....

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