La Plaça Vella

La plaça Vella comienza a bullir en un susurro de contenido trasiego, semejando la rumorosidad de un filantrópico enjambre catequista.
La fresca brisa abrileña de la mañana sabadera camina sosegada hacia el leve sofocón calorífico del mediodía y multitud de negocios cafeísticos comienzan a distribuir, resoplando vahos, la tentación de pendencieros aromas tostados entremezclados con bocatas calentorros.
Al social entorno lo van cubriendo de un conjunto asimétrico de mesas metálicas chapeadas y juegos de sillas forradas de mimbreado plástico que convergirán reunificadas bajo amplias carpas de parasoles.
Peatonales desembocaduras de ramal viario parten desde salpiconas callejas lejanas, asomando al contingente humano, que fluye con incesante trasiego tomando en su desfile anarquista de pasos aleatorios, posesión del configurado esquema placístico.
Y mientras el aire soleado desciende desde el contorno urbanístico de unos edificios clásicos, ubicados como cementosa alameda perenne, la empinada contractura arquitectónica de celestial rango reliquiario abre su enrejado poder terrestre a quantos desean un blanqueo a las internas esencias divinas. Desde la campanera boca del elevado torreón se comienzan a oir gritos metálicos compulsados, que avisan del inicio de una litúrgica ceremonia creyente.
Palomas concupiscentes con el hábito domesticador sobrevuelan, a ratos, la limítrofe periferia del manchurrero enlozado en busca del picotero jornal alimenticio. Alrededor, unos pequeños e indiscretos críos juegan figurándose ser depredadores persiguiendo a las inocuas presas; solo el talento del instinto natural reconoce la sensación de ese hierático hecho. Sin embargo otros prefieren lanzarse, con sus dotes de bicicleteros, al encanto del dominio equilibrista sobre ruedas, aunque tampoco desisten del complot cacerístico que les sosiega la energía psíquico-muscular.
Las pacientes madres, con un nudo emocional constante que les va sistemáticamente del estómago a la garganta, contemplan a corta distancia, enredadas entre la apacible realidad perceptible y la conjetura del dolor suposicional, cómo sus procreados descendientes evaden ignorantones el continuo asedio de los traspiés y el tropezón.
Una presunta familia de supuesta procedencia emigrante, exhibe con premeditación, en las cercanías del infatigable movimiento infantilero, multiformes objetos aéreos de relucientes colores que colocan frente a los admirados ojos de la oropelada masa descubriente. La composición variadística de caricaturescas caras y sonrientes animalitos de dibujos, se eleva hasta donde unas finas cuerdas mantiene estático el parafernalio tinglado, impregnado a su vez del deseo posesivo de la correspondiente astucia económica. Algunos lloriqueos mocosos ya consiguieron imponerse usando la rabieta como arma letal para sus propósitos.
Un grupo de desaliñadas sombras nubosas comienzan a irrumpir espectrantes con augurios de evacuar goterones en la reluciente jornada, y muchos se disponen al regreso hacia sus impermeables hogares.
Mañana tal vez se reinicie de nuevo la escenificación para un día de sociabilidad compartida.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

VEA USTED DON VISITÓLOGUS : Básicamente es un trabajo literario nétamente descriptivo, en un lugar determinado a una hora deducible, sobre gente y arquitectura de una indeterminada ciudad ¿europea ?, donde ...eso sí, ha dejado usted caer un diluvio - anegador - de adjetivos calificativos, lo cual no hace otra cosa que mostrar el profundo y amplio conocimiento de su parte sobre la riqueza expresiva de nuestro maravilloso idioma. ( va con onda )

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