Comadrones y sepultureros del Más Allá

La habitación transgredia los conceptos más avanzados, rompiendo el estereotipo ocular de la percepción clásica. En el centro había un sillón paranoide con cables aquí y allá. Frente a este, otro sillón más alargado, sumiso, estéril, sin propósito; solo era un símil metalógico. Una luz indómita sin soportes ni fijación flotaba por el ambiente, en un alarde de palpitaciones de acción claroscura. Solo era luz maleable por sí misma, con inteligencia sin piés ni cabeza, autosuficiente, erudita y megalómana; porque ya contempló muchas transmutaciones hipersaltónicas.

Los cuerpos eran situados en el sillón paranoide, en medio de convulsas pinceladas espasmodéicas. Este tenía pelusa canosa de varios días, en una cara tránsfuga de ojos que evitaban mirar. Algo tenso, se aferraba con ambas manos a los firmes reposa-brazos.
Figuras altas y bajas se fundian a su alrededor entre uniformes vanguardistas con emblemas subatómicos en hombros y mangas; eran los sepultureros energético-conscienciales del más allá, a la espera de realizar un trasvase hacia un no-nacido.

Por un extrañamente indetectable sitio, surgió otro grupo idéntico que se acercó al sillón más alargado, dejando en él un cuerpo anómalo, futurista, extraido del perfeccionismo adénico humano. Era la estructura del psiquismo de un sumiso, estéril y sin propósito ser no-consciente.
La luz auto-suficiente comenzó una escalada reactiva de empujes transconsustancionales, variando levemente las palpitaciones de sus tonos. Los parámetros del trasvase estaban operando desde profundas etimologías cientifico-mentales, haciendo que los aceleradores de partículas inversas, nanoadaptados a las dimensiones de los derivantes fotónicos, dirigiesen todo el flujo existencial del nacido al no-nacido.

La habitación en un momento dado se llenó de una luminiscencia cegadora que duró unos instantes; era el momento esperado. Los sepultureros del más allá se retiraron con el cuerpo inerte, transfugado, sin pulso, -antiguo envase humano- desapareciendo por el espacio imperceptible de la sala.

Las otras figuras altas y bajas continuaban agolpadas alrededor del sillón "sin propósito".

Aquel ser pequeño y cabezón no-nacido abrió por fín unos enormes y negros ojos opacos. Su rápida y electrificante mirada radiografió en una fracción de segundo lo detectable e indetectable del entorno. Era muy energético, casi impaciente. Se le notaba sobreseguro y con ganas de tomar su primer bocado. Esto último sonó como una voz telepática o una orden urgente que fué complacida. Uno de los "comadrones del más allá" le proporcionó una pila cúbica radio-activa, de unos tres cms de lado. El no-nacido la tomó con su mano de seis dedos y se la acercó a la altura de la garganta. Una aureola intensa azul turquesa emanó de su cuerpo; era una transfiguración de enorme poder foto-voltáico. Fué entonces cuando sus grandes y negros ojos opacos comenzaron a brillar con una virulencia ultra-potente.

¿Que tal tu nueva mente Johnny?

Era la primera comunicación mentalista del grupo de comadrones con el nuevo no-nacido.

-Lo sé todo. Ahora lo comprendo absolutamente todo.
-Tranquilo Johnny, pronto comenzarás a desenvolverte en tu nuevo universo; un Universo superior.
-Sí, ya lo detecto...

La sala quedó vacía por un tiempo. Y de nuevo todo estaba preparado y listo para el siguiente "Salto"

1 comentarios:

Unknown dijo...

Un curioso juego de manos con la barrera que separa la vida y la muerte; un territorio la mar de interesante. ¡Felicidades Visitólogus! Está genial.

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