La conjetura electiva

-Desde antaño, la pobreza es la bandera del reino de los cielos y los ricos no son nombrados para el reparto de una parcelita en el lugar destinado a los que se convertirán tras la transmutación física en permanentes felices.
Esta conjetura se entiende para todo aquello que se supone dentro del devaneo mental de las quasi-afirmaciones. Osea, que es muy probable que un rico no pase a la posteridad como cupón preferencial para alcanzar su dicha eterna. -Y así llegamos a nuestros días-, decía el mago en una de sus habituales charlas a sus alumnos; aspirantes al conocimiento oculto y verdadero. Claro que siempre hay entre los estudiosos infantes algún avispado -que no obispado- que sus luces andan más encendidas que los paseos comerciales. Y uno de ellos se atrevió a manosear y poner a prueba el gran intelecto del sabio ocultista. -Estimado maestro y profundo mago-, soltó. -En la actualidad, la cualidad de pobre no es bien venida, y ser rico llama mucho más mi atención....¿porqué no ser rico y hacerme un hueco en el cielo?. El mago se echó mano a la larga barba y comenzó a tirar de ella mientras hacía un tirabuzón, tras lo cual le dijo: Se supone que Dios nació pobre para dar ejemplo del camino a seguir, ya que un rico no cabría por la puerta que lleva a los cielos. Así que para ser rico y conseguir un asiento allá arriba, te deberás convertir en suficientemente pequeño como para que no te vean entrar. Pero también te supondría el no poder mover ni una sola moneda de las que dispondrías en vida....El mago arqueó la ceja y cerró un ojo a la espera de respuesta. El aprendiz no tardó demasiado en decidirse: - Creo que prefiero disfrutar, de momento, de lo poco que tenga como pobre, hasta que me convierta en mago y consiga solucionar el problema del tamaño de esa puerta.
El venerable mago respiró complacido y continuó impartiendo la clase sobre la conjetura electiva.

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