La trilogía exacta de una religión perfecta

Desde las fauces estereotípicas de los melandros mentales de orígenes sobrenaturales y procedencia supradivina, un graznido de elocuente barruntera de desatinos cosmopolitas se expande sobre la carne, teñiendo de rojo remanente su constante asedio a la beneplácita creencia del más allá. Velos ornamentales dibujados por eruditos conceptos, juguetean entre símbolos de estirpes olvidadas en el tiempo y que junto a mandamientos desnaturalizados y apartados de la mano creadora, se implantaron convergiendo en orondas formas que descansan plácidamente en sus lechos de luchas pasadas; buscando una llave que ofrezca al mundo los secretos que moran en el subconsciente ignorado. Entre el antes y el después, el antagonismo eclesiástico continúa llevando el reflejo del desastre universal como parangón del cenit de la existencia; en rememoración a la impotencia del dogmatismo que se ancla a su fondo esteril pintado de resurrectorios deseos que no quitan la incertidumbre.
La trilogía exacta de una religionaria visión ultra e intra-fundamentada consciencia se determinaría en los mismos bordes de la finitud humana y su infinita proyección de vacío profundo con ausente materialidad; concatenando las condicionantes necesarias para elucubrar un sistema suposicional que resurja de sí mismo, llegando a la escenificación de un contenido en constante movimiento desde la quietud de la inexistencia.
Dicha concepción perfecta se moldearía a partir de una base más materialista y humana, existente, la cual se halla impregnada de la capa de duricia que impide apreciar su estructura más elemental: uno mismo.
Esa es la fuente de aportación por donde brota toda emanación de esencia quasi-real.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Blog Template by YummyLolly.com