Horizontalidad sobre la inhóspita toalla

Horizontalizada sobre la inhóspita toalla aposentada en el relax manto de arenisca playera, el cuerpo semidesnudo de su feminismo insoslayable bulle candente exhumando la irradiacionabilidad de rayos mediodiísticos.
Con el gafero rostro marcado por la impregnación tórrida del semblante a medio tostar, exhibe una expresión complaciente causada por el éxtasis de la serenitud del momento que sin el compromiso púdico del ropaje diario, le hacen asomar altaneros unos senos despampanantes erguidos en desafiante convulsión de materia física carnosa, la cual es rematada por dos pezoneros ojos que parecen mirar desde la dimensionalidad del deseo.
El moñeado cabello que habitualmente vuela ondulante al viento callejero, está rematado por una borla a modo de cofia ornamental que induce a pensar en un sustrato mental capaz de detectar cualquier anómalo movimiento a su alrededor.
En su extensible brazo siniestro, en la contorsionante articulación muñequera, porta un juego joyístico de varios brazaletes adornatorios que se adiccionan a la leve amalgama de trapos ocultantes de zonas no públicas, situadas justo en el contexto banalístico del consorcio procreador; el resto de su física humana permanece expuesta al exhibicionismo sin más prolegómenos detallistas……
Llegado el mediodía a su fin, y apretando el fulgor sofocante con esplendoroso cenit de ondas caloríficas, la deducción mental logística perteneciente a su concepción humana decide escabullirla del agobio solanero y hace que huya al sombrístico espacio conformado bajo la estratosférica carpa veraniega que me cobija.
Y donde antes un confortable servidor del escribismo permaneció apaciguadamente reconcentrado en la benemérita contemplación de pormenores nudistas, ahora la compartición se ha fraguado necesaria para albergar su trémula esencia compañerística junto a una impregna capa lúbrica de cremosidad protectora.
Se acurruca como el organismo que ha encontrado la horma momentánea de la felicidad en la compañía de su otro desigual, y comienza a manifestar un lento sopor que la transportará al mundo del ilimitado subterfugio.
Mientras ella duerme en la inconsistencia vital, a mí me atrapa el vagabundo deseo de concluir esta confluencia real en base coherente para no expansionar en exceso un momento tan energéticamente regenerativo…

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